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No todo es comer tamales; UNAM explica el origen del Día de la candelaria

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El jueves 2 de febrero celebraremos el Día de la Candelaria. Sí, esa fecha en que nos reunimos para comer tamales en compañía de familiares y amigos, luego de haber hecho hasta lo imposible por evitar que nos tocará una figura del niño Jesús al partir la Rosca de Reyes. Pero, ¿sabes por qué la manera en que lo festejamos en México es única en el mundo?

De acuerdo con Roberto Álvarez Manzo, académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM; la tradición en México se diferencia de otras porque se compone por la mezcla de dos culturas: la europea y la mesoamericana. Lo cual “como mexicanos es muy importante vivirlo, experimentarlo y entenderlo, para que preservemos nuestra herencia cultural”, aseguró.

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Asimismo, comentó que el Día de la Candelaria “es una fiesta interesante con un significado múltiple, cuyo origen es eminentemente católico y recuerda la presentación del Niño Jesús en el templo, y el acto de purificación de la Virgen María después del parto, a 40 días de la Navidad”.

Aunque “parte de la celebración, que venía de Europa, consistía en encender candelas (velas); por supuesto, en nuestro territorio se produjo un sincretismo, un `ensamble´ con las tradiciones de los antiguos mexicanos”, explicó.

La mezcla cultural del Día de la candelaria

Según indica Johanna Broda, del Instituto de Investigaciones Históricas, en La fiesta de Atlcahualo y el paisaje ritual de la cuenca de México; “El mes de Atlcahualo correspondiente a febrero pertenecía a la época seca del año, tonalco, ‘el calor del sol’ lo llamaban los mexicas. El nombre del mes, Atlcahualo significa ‘dejan las aguas’ o ‘faltan las aguas’.”

“Este mes estaba dedicado a Tláloc, dios de la lluvia y de los cerros. (…) Se le hacían ofrendas de mazorcas de maíz para la siembra proveniente de la cosecha anterior. Mediante estas ofrendas se iniciaban las peticiones de lluvias que se prolongaban durante la época más seca del año, hasta el mes de Huey tozoztli correspondiente a fines de abril/inicios de mayo”.

Así que, cuando ocurrió el proceso de colonización y los españoles se dieron cuenta de la sincronía entre las candelas y la celebración de los mexicas que buscaba obtener una buena siembra, fusionaron ambas fiestas y la utilizaron para catequizar a la población indígena. 

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¿Y la tamaliza?

Álvarez Manzo relató que “el consumo de tamales va de la mano con esos rituales agrícolas”.Es “el maíz es una planta simbólica en nuestro país, un `elemento dador de vida´ que perpetúa las condiciones esenciales de existencia dentro de un orden cosmogónico, por eso era parte de los regalos ofrecidos a las deidades en el inicio de la temporada de siembra”.

Sin embargo, refirió que la celebración que hoy conocemos inició en la época colonial y se popularizó hasta el siglo XIX. “Para inicios del siglo pasado, la oportunidad de que la gente conviviera, se uniera y compartiera los alimentos, se había generalizado, sobre todo en la parte central de México”.

Pero según comentó el sociólogo, con los años se ha transformado de manera importante. Una de las principales es que “las referencias a lo religioso se han perdido o, por lo menos, quedado difusas”.

El académico, señaló que actualmente el Día de la Candelaria lo identificamos como el “día de comer tamales”, fecha que compartirlo con familiares, amigos o compañeros de trabajo. La “tamaliza” debe ser invitada por quien encontró al “niño” al partir la Rosca de Reyes, el 6 de enero.

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El fervor religioso

Cabe resaltar que si bien la mayoría de la gente asocia la fecha con la convivencia, y al consumo de alimentos relacionados con el maíz, hay excepciones como Tlacotalpan, Veracruz; Huaniqueo, Michoacán, o el pueblo de la Candelaria, en Coyoacán, al sur de la Ciudad de México. Pues en esos lugares “se mantiene un fervor religioso importante”.

En las zonas donde hay un arraigo comunitario o local hacia la Virgen ocurre algo similar. En estas regiones colocan “arcos de flores, tapetes de aserrín, verbenas, jaripeos y hasta procesiones con la imagen religiosa, como ocurre en aquel Pueblo Mágico veracruzano, donde es llevada en una piragua a un recorrido por el río Papaloapan”, puntualizó Álvarez Manzo.

Otra costumbre modificada es la de vestir al Niño Dios. “De una forma clásica, es decir, vestido blanco con vivos dorados, hoy se ha pasado a indumentarias tan variadas como las de bombero, médico, futbolista o policía. Dicha diversificación causa polémica y muchas personas consideran una ofensa que la imagen del Niño no lleve las ropas que marca la tradición, y se le atavíe con otras identidades”.

No obstante, es el sincretismo entre la fiesta de las candelas y el Atlcahualo lo que hacen de esta celebración mexicana algo único en el mundo, finalizó el universitario.

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