Uno de los grandes cuestionamientos que constantemente vienen a mí es el tratar de entender las implicaciones éticas, morales y filosóficas que tiene la tecnología en las nuevas generaciones.
El día de ayer daba una conferencia a un reducido grupo de consejeros de una empresa importante del país y no pude evitar ver la cara de miedo cuando empezamos a hablar del Metaverso. Seguí hablando durante algunos minutos, pero sus expresiones de angustia cada vez se acentuaban más y decidí interrumpir la conferencia para preguntarle a uno de ellos qué es lo que pasaba por su mente.
Sin titubear dijo cuanto le aterra pensar que sus nietos pasarán la mayor parte de su tiempo en un mundo virtual y se perderán de todo lo que el mundo real tiene que ofrecer; mientras otro complementaba que le entristecía enormemente saber que la juventud se dirige hacia allá.
Les cuento esto porque si bien respeto profundamente sus preocupaciones y emociones respecto a esta tecnología particular, como educadores tenemos la obligación de conocer las tecnologías emergentes, las tendencias globales y las múltiples posibilidades que estas brindan para poder generar un diálogo y un cuestionamiento incesante, porque no existe un futuro, sino la posibilidad de futuros infinitos dependiendo las múltiples decisiones que vayamos tomando en el camino, como individuos, como comunidades, como instituciones y como humanidad, por lo que tenemos ser responsables de tomar decisiones lo más informadas posibles.
La realidad virtual en particular creo que es una de las tecnologías que mayor beneficio puede traer si la utilizamos con propósito, porque si bien es cierto que tiene un alto potencial en el mundo de los videojuegos y del entretenimiento en general (el cual en ocasiones está lleno de violencia y mensajes controversiales), también es una herramienta poderosísima para la capacitación y el desarrollo de nuevas habilidades. Es una tecnología que nos da el espacio apropiado para practicar lo necesario y tener la suficiente experiencia para perfeccionar lo que hacemos y lograrlo con maestría, pero incluso que nos puede poner, de manera ficticia en situaciones hipotéticas para desarrollar habilidades socioemocionales, las cuales no se adquieren por teoría y que hoy más que nunca son fundamentales.
El futuro del Metaverso no esta definido aún, y aunque con el tiempo cada vez gana mayor popularidad, todavía estamos a tiempo de cuestionarnos para poder diseñar sus aplicaciones, guiar a los jóvenes y darle el uso apropiado para construir y no destruir, porque como tantas veces he dicho y seguiré diciendo podemos usar la tecnología para hacer la vida más fácil, pero eso no es suficiente, tenemos que usar la tecnología para hacer la vida mejor.