La vida de las y los jóvenes universitarios va más allá de las clases, calificaciones y relaciones sociales. Esta encierra un proyecto vital y por lo importante del mismo ha de custodiarse y no perder de vista la aspiración a ser cada vez mejor. El recorrido para su cumplimiento tiene obstáculos, por lo que es valioso aprender a sortearlos para así formar personalidades maduras capaces de encarar desafíos y aprovechar las oportunidades que se van presentando.
Por tal motivo, es urgente atender uno de los más grandes problemas que encara la sociedad y particularmente la juventud; que a decir de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud se ha incrementado considerablemente en los últimos años. Este es el caso de las adicciones, que aunado a lo anterior y tras la pandemia con el incremento en las tasas de ansiedad y depresión, resultan una alerta en estos días. Frente a este panorama hay muchas alternativas para atacar esta realidad, pero desde la educación es posible hacerlo de múltiples maneras, particularmente la preventiva.
La exigencia de una educación para la vida cobra relevancia cuando se tiene una perspectiva integral, esto porque suele hablarse con mayor frecuencia de la actividad educativa asociada al ámbito escolar o incluso al profesional; sin embargo, la educación del ocio, no entendido como vicio, sino como el tiempo libre, resulta un campo interesante para abordar distintas estrategias que refuercen una parte esencial en la vida de las y los jóvenes universitarios, mismas que pueden ayudar para descubrir talentos, afianzar relaciones, divertirse sanamente, prevenir adicciones y más.
Esta gran oportunidad para educar en el tiempo libre tiene que ver en primer lugar con el análisis de la vida misma, es decir, se sabe que un universitario destina aproximadamente entre el 40-45% de su semana ordinaria para atender cuestiones relacionadas con sus estudios (actividades de aprendizaje, clases, traslados, etc.), a lo anterior se suma a lo que idealmente se debería destinar un 30% del día: el sueño, esto para que cumpla sus funciones reparadoras. Aún así, resta un 25-30% de tiempo que no se ocupa por una actividad formalmente establecida.
Es por lo anterior que en este espacio se proponga una serie de recomendaciones para tener un mejor aprovechamiento del tiempo libre, porque en muchos de los casos, la falta de propósito y sentido de las actividades originalmente informales puede convertirse en un caldo de cultivo para la adquisición de vicios que pueden derivar en adicciones.
Por lo anterior, conviene resaltar que las siguientes sugerencias aplicadas al tiempo libre, parten de un principio pedagógico elemental, que es educar para la vida, esa vida en la que hay que conviene entender el descanso no como pérdida de tiempo ni como “no hacer nada”, sino como la realización de actividades que implican un menor o distinto esfuerzo al habitual.
Una primera recomendación tiene que ver con la definición clara de un propósito sobre lo que se realizará. Existe un grave riesgo al no saber qué se pretende con realizar una u otra actividad, porque no da lo mismo hacer algo que nutra la personalidad o algo que la destruya. Por lo anterior es importante, definir qué se quiere hacer y por cuánto tiempo, sin miramientos. Por ejemplo, que el tiempo que se destina a entrar a internet o redes sociales, no carezca de un objetivo, por lo contrario que se navegue con un rumbo claro y un límite de tiempo.
De igual manera es muy importante cuidar los estímulos emocionales, particularmente durante la noche. Los pensamientos derivados de las emociones que se viven a lo largo del día, pero particularmente previo al sueño nocturno, suelen afectar directamente el descanso e incluso pueden alterar el ánimo al día siguiente. Estar al pendiente del propio estado afectivo es fundamental y si se presentan emociones negativas, es prioritario identificarlas y poner los medios para superarlas. Un bajo estado de ánimo dominado por la ira o la tristeza pone en situación de vulnerabilidad a quien lo padece y nubla el juicio para la toma de decisiones, por lo cual es importante cuidar el bienestar personal.
Retomando lo anterior, se sugiere cultivar pasatiempos. Muchas de las acciones que se pueden implementar para cuidar la emotividad, la intelectualidad y el físico son las relacionadas con el arte, la cultura y los deportes. Bien reza el refrán: mente sana en cuerpo sano, y es muy importante que tanto la experiencia estética, la intelectual y la deportiva formen parte de la vida de las y los universitarios de forma regular. Estos hábitos que incluso pueden realizarse en compañía tienen múltiples beneficios en quienes lo practican.
Una herramienta que se puede aprovechar en estos casos es la utilización de una agenda. Un recurso visual en el que se destina un tiempo y espacio para algunas actividades que sirven como recordatorio y con ello favorecen la formación de hábitos saludables; sin embargo, no todo se puede planear por la misma dinámica, para ello conviene reflexionar entonces el porqué y el para qué de lo que se hace, para no tener una cultura basada en la prohibición, y poner el foco en la formación de la voluntad para ser asertivos y saber decir que sí a lo que hace mejor a cada persona.
La prevención de las adicciones es un tema urgente y preocupante, sin duda alguna con implicaciones transdisciplinares que necesita profundización, atención seria y máximo profesionalismo; así como la cooperación de distintos agentes y actores sociales, y que desde la educación conviene prevenir y recordar que cada persona en su libertad es la principal responsable de su formación y el cumplimiento de su proyecto de vida al hacer consciencia que lo que pudieran parecer pequeños detalles, son sumamente importantes para lograrlo.