La educación frente a la inteligencia artificial: ¿perderemos la batalla? (Parte 1)
Por Luis Josué Lugo Sánchez, Dr. en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM con especializaciones en Comunicación, Big Data y Psicoanálisis. Candidato al Sistema Nacional de Investigadores y consultor para proyectos de innovación educativa
Foto: PexelsLlegó el boom de la inteligencia artificial (IA). Y ante ello una pregunta clave: ¿qué se puede hacer desde la educación? Las respuestas inquisidoras dicen: “prohibir”. Y las aquiescentes a las tecnologías: “libertad total”. Nosotros sostenemos: ni lo uno, ni lo otro. Mejor hallemos simbolizaciones intermedias en dicho proceso para entender a la IA como una herramienta para la educación; sin abandonar la reflexividad y el pensamiento crítico.
Desde luego, la IA no sustituirá a la lectura tradicional, o al profesor como una mediación del conocimiento (desde hace tiempo superamos lo que se ha denominado “canibalismo de medios”). Aunque, en algunos entornos, seguramente pondrá en jaque la concepción tradicional del conocimiento. Y de no saber usarse (o apropiarse) podrá suponer un serio peligro para la ética del conocimiento.
De hecho, diversas universidades (como en Nueva York) han prohibido determinantemente tecnologías de IA como Chat GPT. Otras (como el Instituto de Ciencias Políticas de París en Francia) han mencionado que se autorizan, sólo bajo supervisiòn de un especialista. Y algunas más, no se han enterado de este fenómeno.
Al respecto, este hecho nos parece recordar que en años anteriores, fenómenos como Encarta o Wikipedia, ya han generado reacciones animadversas entre núcleos sociales específicos. Recuérdese como ante Encarta varios profesores pedían a sus alumnos que “mejor fueran a la papelería por monografías”. O la satanización que ha vivido Wikipedia por parte de algunos sectores académicos, debido a su “poca rigurosidad”.
Aumentando este argumento, se decía que Encarta carecía de profundidad en el tratamiento de la información. O que Wikipedia propiciaba la difusión de información falsa.
Aunque, curiosa y paradójicamente, ante esos dos problemas (enunciados también para programas de inteligencia artificial), se precisa la figura mediadora de algún profesor. Para orientar en el proceso de buscar información, de aclarar dudas, de construir razonamientos lógicos junto a estudiantes.
Por tanto, nos conviene pensar a la IA como parte de la planeación y didáctica de la clase, así como un recurso de apoyo para el profesor (a); ya sea para resolver dudas muy puntuales, o si así fuera el caso, como un repositorio de conocimiento que conviene verificar y dialogar.
Empero, del otro lado, herramientas como Chat GPT pueden ser utilizadas por estudiantes para hacer ensayos (con procedimientos poco éticos). No obstante, la coherencia, citas directas/indirectas, reflexiones y pensamiento crítico, no vienen incluidas en el programa.
Por otro lado, el profesor (a) puede invitar a sus estudiantes para que esta herramienta coadyuve a dotar de mayores fuentes a quien está buscando algún tema. Máxime cuando hoy entendemos que el profesor no es el centro del saber. Pero su labor es fundamental como guía del conocimiento, como facilitador de temas.
Porque si acaso el profesor se engancha en una lucha contra Chat GPT, se enfrascará en un duelo imaginario frente a la tecnología (como Don Quijote frente a los molinos de viento).
En todo caso, resulta ineludible que convierta a la inteligencia artificial en su aliada crítica; sin sacrificar las habilidades, planeaciones, ejercicios, que la docencia necesita.
Es así que hoy se prospectan puestos laborales y estratégicos que implican a personas que puedan tomar decisiones; de tal modo que saber pensar y saber elegir, son dos capacidades básicas de cualquier estudiante que se enfrente al mundo laboral y a las sociedades informacionales actuales.
Pero aún más, no olvidemos al humanismo entre nuestros marcos de pensamientos y acciones. Y por más inteligencias artificiales existentes, la condición humana no se puede reducir a algoritmos y respuestas automatizadas.
Toda vez que dichas respuestas automatizadas no poseen el calor/color, la afectividad, la interrelación, ni las propuestas de transformación social, al que nos puede llevar la inteligencia socio/afectiva y los senti pensares humanos.
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