La educación para el futuro y las horas “astrosas” de Michael Ende
Opinión del doctor Alejandro Ordóñez Torres, director de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Panamericana
Michael Ende, en su bella novela Momo, llamó horas “astrosas” a los momentos en que las cosas y los seres colaboran de forma especial para que sucedan eventos extraordinarios. ¡Wow! ¡Qué gusto poder ponerle nombre al contrario de “lo desastroso”! Y en estos tiempos, me gusta aferrarme más a esta palabra en discrepancia con los continuos y ominosos presagios sobre el porvenir de la humanidad.
Y es que el futuro siempre ha sido peligroso, incierto y aciago. Preguntarle si no, a los pocos hombres supervivientes de la Europa del siglo XIV, mientras veían, sin saber por qué, cómo sus consanguíneos se morían por una enfermedad desconocida (ahora llamada peste bubónica).
O a las pequeñas comunidades de la Edad de Piedra que perdían la subsistencia anual de todos sus miembros por una corta sequía o la inundación de un sólo día. Es más, hace un siglo les tocó vivir, primera y segunda guerra mundial, en medio de una recesión y luego la guerra fría. Sin duda, el miedo al futuro no es nuevo.
En la actualidad, constantemente recibimos mensajes de los medios y las redes sociales, donde nos anuncian que la tecnología y la inteligencia artificial acabará con nuestras vidas y nos convertiremos en mero cultivo de una poderosa y omnisciente máquina. Lo que coloquial y cinematográficamente se le conoce como “La Matrix”.
¿Será que el ser humano dejará de existir o será un medio al servicio de otra especie superior?
Sin embargo, al contrario de estos malos augurios, creo que el humano se encuentra en una de las horas “astrosas” de Ende. Considero que justo esta tecnología tan avanzada, nos ayudará a tener una mejor calidad de vida y a encontrar soluciones a problemas que hasta ahora no hemos resuelto, por falta de atención, de recursos o de capacidades. ¿Cómo podríamos usar la tecnología para el bien, para hacernos mejores e incluso más humanos? Al educarnos mejor como personas.
Hoy más que nunca debemos formarnos para el futuro. Pero no con miedo ni remilgos. Educarnos en el uso y la creación de tecnología, pero siempre pensando en la persona como fin y propósito, así como en su comunidad y en nuestro planeta.
Los cambios tecnológicos se dan vertiginosamente, las “apps” se actualizan cada vez más rápido, “en el fondo”, sin que tengamos conciencia de ello (y sin que nos interese realmente), la Inteligencia Artificial cada vez aprende más a tomar decisiones por nosotros. Entonces, ¿cómo debe ser esta educación para el futuro?
Yuval Noah Harari, en una entrevista para “The School of We”, dejó claro que la inteligencia emocional y la estabilidad mental serán lo más importante para esta educación futura. Porque tendremos que tener la capacidad de aprender, reaprender y desaprender con celeridad. Quizá no tan rápido como el ritmo de cambio de la tecnología, pero sí lo suficientemente claro para nosotros mismos, ya que lo que sabemos hacer ahora, quizá no nos ayude a resolver problemas y “servir a los demás” en el mañana.
Justo aquí retomo al humano y su hora “astrosa”. Para servir en el futuro, debemos darnos cuenta que podemos ser más “persona”, capaces de interactuar con nuestras expectativas, frustraciones y capacidades, así como entender y manejar las de los demás.
Podemos ser más empáticos, carismáticos y mejores al comunicar y negociar, escuchar a los otros y a nosotros mismos. Usar el poder para tomar decisiones buenas y comprender bien nuestro alrededor.
Y si en las crisis es cuando crecemos y sobrepasamos nuestros límites, este es el momento. Una hora “astrosa” para perfeccionar nuestras habilidades interpersonales y convertirnos en más “persona”.
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