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Pedagogía de los afectos para tiempos post pandémicos

Pedagogía de los afectos para tiempos post pandémicos

Foto: Pexels

En la clase que imparto en la ENALLT, UNAM reflexionamos sobre la post pandemia, a la luz de la clase Política Internacional Contemporánea. Algunas alumnas expresaron su reconocimiento hacia sus madres por haberse hecho cargo de ser profesoras, amas de casa y sostenes económicos. Al tiempo que hablaron sobre relaciones de género desiguales

Otros más abordaron temas como los duelos atravesados (que siguen procesando), las desigualdades estructurales que observaron; o bien, los conflictos afectivos que atravesaron. Sin dejar de lado, “ansiedad”, “depresión”, “dispersión”, o conflictos emocionales que algunos tienen.

Ahora bien, dichas apreciaciones que parecerían subjetivas, se corresponden con datos que bordean nuestra realidad en su estructura social, pues de acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud: “En el primer año de la pandemia por COVID-19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%, según un informe científico publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”.

Ansiedad y depresión que hoy siguen viviendo diversos estudiantes. Aún más, acorde con Noticias ONU, “en 2021, una media de más de cinco mujeres o niñas fueron asesinadas cada hora por alguien de su propia familia. De las 81.000 mujeres y niñas asesinadas intencionadamente el año pasado, 45.000 -alrededor del 56%- murieron a manos de sus parejas u otros familiares”.

Improntas subjetivas que sí vivió alguna de nuestras alumnas, precisa de hallar métodos pedagógicos en el aula que trabajen dicha situación. Además de que, diversos grupos sociales, como migrantes o trabajadores fueron quienes más padecieron la pandemia.

¿Para qué hacer una tesis?

Al respecto, nos dice la especialista Valentina Avelluto en su texto Frente al huracán: reconfiguraciones político-sociales en tiempos pandémicos Los cuerpos detrás de la abstracción, COVID-19 y el cambio climático: “La pandemia de COVID-19 puso los reflectores en aquellas personas que hacen que el mundo siga su camino y que muchas veces los olvidamos. Personas afrodescendientes, migrantes o no escolarizadas mantuvieron el mundo en funcionamiento cuando todos los demás estuvimos en un encierro que parecía eterno. Estos trabajadores se vieron obligados a decidir entre protegerse del virus o llevar comida a su casa”. 

Ante todo esto, que quizás atraviesa la subjetividad de nuestras/nuestros estudiantes, nos preguntamos: ¿qué hacer desde la educación? Porque en efecto, en la vuelta a las aulas, como profesoras y profesores, trabajamos con estudiantes con ansiedad, depresión, que atraviesan periodos de duelo, o que han sido víctimas de violencia de género. 

Y reconociendo los límites que posee el profesor (pues en esencia no cumple el rol profesional de un psicólogo), quizás algunas de tantas respuestas provengan desde la pedagogía de los afectos, la cual, según la Dra. May C Ofelia, incluye una mirada de cerca al contexto sociocultural; el uso de la metáfora como herramienta pedagógica; el trabajo para aumentar el grado de conciencia linguística de los estudiantes; la enseñanza que tiene en cuenta las relaciones de poder en el aula; utilizar la riqueza de la individualidad de los educandos; conformar una comunidad de educadores investigadores. 

Por cierto, para más información sobre esta pedagogía de los afectos, comparto un texto que puede ser muy útil: https://www.redalyc.org/pdf/853/85300203.pdf. Regresando al tema, y para efectos de esta columna, nos centraremos en el reconocimiento a la persona (toda vez de las palabras expuestas al principio).

Sobre este tópico, nos dice la Dra. Ofelia:  “el educador trabaja con sujetos reales, con individuos, quienes, a semejanza suya, poseen experiencias, sienten, necesitan, desean, creen y sueñan. Por esto, una pedagogía del empoderamiento (empowerment’) reconoce a la persona. Esta característica de la pedagogía del afecto implica un «revolcón», ya que los eventos que se producen en un salón de clases dejan de girar alrededor del maestro para moverse en torno al alumno (…)

Pasemos entonces a considerar los elementos que pueden contribuir a que los sentimientos que surgen de la relación enseñante-aprendiz sean más positivos, iluminadores, productivos, sobre todo invitadores. En una época en la que no parece haber incentivos (desempleo, crisis económica, etc.) es imperativo reflexionar y proponer formas de educación que conviden”.

A pesar de lo valioso de estas palabras, recomendamos no idealizar términos como el empoderamiento, o empecinarse en generar solo ambientes “positivos” o “iluminadores”, pues vuelven a cargar responsabilidades muy fuertes sobre el profesor (poniéndole ahora a él en crisis). 

Aunque probablemente, en la impartición de su materia, el profesor si puede considerar la subjetividad de sus estudiantes y construir junto a sus experiencias. Pero antes, cabe considerar que estas palabras son ideal tipos; es decir, hay que colocarlas en cada contexto educativo para probarles y hacer una negociación entre la teoría/realidad. Pues de lo contrario, toda idea corre el riesgo de convertirse en un ejercicio de conocimiento autocrático. 

Por tanto, mediante dichas pedagogías de los afectos (probados ya en otros contextos como Colombia), podrían generarse otras formas de entendernos y reconocernos dentro del aula. De construir y transformar, subjetiva y estructuralmente. 

Ahora bien, si regresamos a la idea inicial de la presente columna, en un contexto donde priman emociones ligadas a vivencias en pandemia que están marcando a nuestros estudiantes; retornar a una educación que además brinde herramientas afectivas, nos parece una propuesta viable, así como necesaria. 

Ergo, invitamos a que cada profesor y espacio educativo, adapte estas palabras a su ejercicio profesional; y en función de los resultados, amplíe o haga crítica de esta metodología, mediante la generación de hipótesis de trabajo que nos ayuden a construir junto a otros colegas. 

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