Hace unos días vi la noticia de que Katya Echazarreta se había convertido en la primera mujer mexicana en ir al espacio. A través de las fotos que publicó en sus redes sociales se podía notar la emoción y el orgullo por haber cumplido ese gran logro a sus 26 años de edad.
No pude evitar pensar en la inspiración y modelo a seguir que se convertiría para todas las niñas y adolescentes que comparten el mismo sueño, pues sabrán que las puertas se van abriendo poco a poco para que ellas puedan escribir su propia historia.
Está claro que este tipo de casos son una prueba de los avances que ha tenido la lucha por la equidad de género, sin embargo, es importante reflexionar sobre los obstáculos y otros causantes que han impedido que haya más mujeres en viajar al espacio, pues, de acuerdo con BBC News, de las más de 500 personas que han viajado al espacio, solo poco más de 60 han sido mujeres.
Situaciones como estas me hacen pensar ¿cómo ha sido el recorrido para luchar por la equidad de género?, ¿cuánto camino nos falta recorrer? Teóricamente, las mujeres tenemos derecho al voto, a la educación, al trabajo, a la salud, a una vida libre de violencia, entre otros derechos que se han logrado gracias al trabajo de activistas, organizaciones, sociedad civil, y otras personas.
Sin embargo, también es una realidad que en la práctica, estos derechos no siempre son garantizados: la violencia feminicida y de género escala cada vez más; faltan mujeres en puestos de liderazgo; hay necesidad de salud sexual como el derecho a decidir sobre el cuerpo de las mujeres; o la menstruación sigue siendo un tabú. Existen todavía muchos factores que no permiten alcanzar una vida digna para todas las niñas, adolescentes y mujeres en general.
Para lograr la equidad de género en una sociedad con sistema patriarcal –que ha sido el modelo de costumbres y tradiciones a seguir por sus habitantes- se necesitan esfuerzos tanto individuales como colectivos, ya sea desde empezar a reflexionar sobre los sesgos inconscientes que pueden tener nuestros pensamientos y actitudes, hasta participar activamente en organizaciones que luchan por esa equidad.
No obstante, los esfuerzos que se realicen en los espacios que ocupamos deben ser genuinos. En ocasiones, gobiernos, empresas, universidades u otras instituciones, toman la oportunidad de lucrar con la causa y realizan acciones mínimas como campañas de color morado “a favor del empoderamiento femenino” durante el mes de marzo, pero en realidad, sus espacios no favorecen un desarrollo pleno y digno para las mujeres.
En un país donde las desigualdades de género permean en todas las esferas de nuestra sociedad, la indiferencia no es una opción. Guardar silencio cuando se normaliza la violencia de género, hacerle “mansplaining” a una compañera del salón, o no creer el testimonio de una sobreviviente de violencia de género, son situaciones que nos hacen parte del problema.
Una sociedad equitativa sólo será posible si todas las personas contribuyen a ella y deciden tomar el primer paso: el cuestionamiento. Es indispensable impulsar espacios de deconstrucción donde las normas sociales sean cuestionadas, y así poder construir una realidad en donde todas las personas puedan acceder a las mismas oportunidades, sin que el género o cualquier otro factor representen un obstáculo.
La lucha por la equidad de género debe estar presente todos los días, no solo cada Día Internacional de la Mujer. Es una lucha constante, pues a pesar de que hay logros para que las mujeres sigamos tomando los espacios que nos corresponden, todavía falta mucho camino por recorrer.
Construyamos un mundo en donde las niñas y adolescentes puedan soñar sin límites. Creemos un futuro donde todas las personas puedan acceder a las mismas oportunidades. Luchemos y demos voz a quienes lo necesitan para construir una sociedad más justa rumbo a la igualdad de género.
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