Las personas, así como los otros seres vivos tenemos características en específico, es válido que al pensar en un lomito se nos venga a la mente su increíble olfato. Porque al final del día ponerle cualidades a las cosas y a los seres en general, hace que sean palpables y únicos dentro de su misma categoría.
Al ser humano desde el inicio de los tiempos posee una particularidad que incluso lo puede diferenciar en la mayoría de todas las especies y es “la comunicación”. Porque una silla no puede decirle a otra como se siente, ni crear conversaciones que se acompañen de sentimientos, llegando a soluciones entre las dos sillas, hasta leerlo desde esta perspectiva es absurdo, ¿no?
Porque los humanos tenemos una de las herramientas más fuertes al poder decir cómo nos sentimos y la manera en que nos gustaría que se nos tratara como individuos.
Yo puedo querer algo diferente de lo que tú esperas, e incluso nuestros gustos podrían variar bastante y eso no quiere decir que no vamos a poder entablar una relación sana. Pero es en este momento cuando la incomodidad en cualquier tipo de relación llega.
¿Y por qué hablamos de incomodidad cuando existe una diferencia en gustos? porque se nos ha enseñado que las relaciones se tienen que construir a partir de mismas ideologías y de aceptar el trato de las personas, aunque éste no nos guste del todo.
Es curioso porque los humanos solemos enfrentar los conflictos entre nosotros callando como nos sentimos, ignorando así nuestra capacidad de comunicación con el otro, olvidado que esto es lo que nos caracteriza a los seres humanos. Siendo precisamente esta zona de confort la que hace que a largo plazo (incluso corto) nuestras relaciones no sean las más saludables.
El hablar sobre lo que nos mueve como individuos no siempre va a ser sencillo, hasta podría decir que es algo muy incómodo, porque es normal decir “oye no estoy de acuerdo con esto, o no me gustó esto que hiciste” no va a ser sencillo porque puede implicar un conflicto y claro que es más cómodo ahorrarnos las conversaciones donde hacemos saber que algo no nos gusta o nos molesta.
Los seres humanos tenemos diferentes maneras de ser y de sentir, por lo que hablar sobre lo que nos gusta y no, debería ser una pieza clave en la construcción de la relación con el otro.
Ya que nunca podemos conocer más allá de lo los demás nos compartan y actualmente no contamos con la capacidad de leer mentes, así que jamás sabremos como se sienten los demás, si no tenemos un ejercicio de conversación y apertura constante.
Entonces, lo que inicia como un momento de incomodidad interna, termina por ser la conversación que más comodidad nos va a traer en las diferentes relaciones que construyamos en el presente y futuro, porque hablar sobre lo que nos molesta de manera honesta a corto y a largo plazo siempre será la opción más inteligente si es que queremos un poco de incomodidad en un inicio para tener comunicación asertiva después.