La doctora Concepción Keiko Shirai Matsumoto, investigadora del Departamento de Biotecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), junto con Carmen Leticia Hidalgo Mujica, Carmen Guadalupe Hernández Valencia y Jorge Barrera Guevara, obtuvieron la patente de recubrimiento para la conservación poscosecha de frutas y hortalizas.
La UAM señala que en comparación con los empaques que se utilizan para empacar este tipo de alimentos, la propuesta de las y los investigadores de la Casa Abierta al Tiempo, tiene diversas ventajas. Tales como prolongar la vida poscosecha, estar elaborado con materias primas de origen natural, provocar un efecto antioxidante en frutas y hortalizas, prevenir la evaporación de la humedad y ser biodegradable.
La doctora Shirai Matsumoto explicó en entrevista para la UAM, las principales innovaciones de la patente. En este sentido, indicó que la propuesta se genera a partir de materiales naturales biodegradables, inocuos, bioactivos y de fácil aplicación. Entre ellos, el quitosano. Esto conserva la calidad poscosecha de los alimentos para su consumo en fresco.
La responsable del Laboratorio de Biopolímeros de la Unidad Iztapalapa dijo que estas características de la patente de recubrimiento para la conservación poscosecha de frutas y hortalizas, lo convierten en una alternativa a los métodos habituales de refrigeración, modificación de la atmósfera o suministro de químicos.
De acuerdo con la especialista de la UAM, gran parte del cultivo mexicano se dirige al mercado exterior. Como consecuencia, las y los productores nacionales se enfrentan a las regulaciones internacionales referentes al estado de inocuidad de los alimentos. El recubrimiento de la UAM no tiene esta limitante, en comparación con aquellos que son elaborados a base de químicos.
Soluciones a problemas de calidad de las frutas
La oxidación es uno de los problemas que causan pérdida de los frutos, ya que reduce su calidad. Así, estos alimentos pierden la apariencia, sabor y color esperados. Por ello, el consumidor deja de comprarlos. De manera que, el objetivo de la propuesta de la UAM es garantizar esas cualidades, pues se pretende alargar el tiempo de vida en anaquel y sus capacidades a través de la protección de la oxidación de las frutas. De hecho esto originó la patente de recubrimiento.
Así lo refiere Shirai Matsumoto, quien también agregó que el equipo de científicos de la UAM obtuvo rápidamente la patente por tratarse de un proyecto inocuo, biodegradable y en el que no se utilizó ningún compuesto químico prohibido por la legislación. Así que, “esto facilita su exportación”, afirmó.
Al respecto, la profesora Shirai Matsumoto indicó que, si bien existen materiales que tienen una función similar, estos podrían tener residuos tóxicos para las personas y para el medio ambiente.
A propósito del tiempo de vida de las frutas, la experta detalló que los biopolímeros con los que los investigadores han trabajado, extienden el tiempo de anaquel de los alimentos.
De ahí que, las y los universitarios de la UAM se enfocaron en formular tratamientos y probarlos. La meta es conseguir un “diseño óptimo del recubrimiento, combinando los biopolímeros con otros elementos para que hagan sinergia y alarguen la vida de anaquel”, dijo la especialista.
A propósito de la patente, Shirai Matsumoto añadió que de todas estas formulaciones que realizaron las y los investigadores, resultó en un producto que se convirtió en una alternativa conveniente. Esto es posible debido a que es una combinación con una buena actividad antimicrobiana y, también contiene propiedades antioxidantes.
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¿Cómo funciona la propuesta?
La doctora Shirai Matsumoto detalló que la patente de recubrimiento para la conservación poscosecha, surge de los residuos de la industria alimentaria. De ellos, se extraen los biopolímeros, que se purifican, caracterizan y siembran con ciertas especificaciones para impulsar propiedades mecánicas de permeabilidad de gases y agua.
“(…) lo que se requiere para evitar que fermete o deshidrate. Es decir, hay entonces un conjunto de circunstancias que debe cumplirse, de acuerdo con la estructura del biopolímero”, abundó.
Los elementos biológicos contenidos en el recubrimiento se desarrollan sobre el epicarpio. El objetivo es generar un ambiente reductor en la superficie de la cáscara de la fruta. Así, se evita que el alimento se oxide.
Además, este componente no sólo mantiene la calidad, sino que impide el crecimiento de microorganismos que podrían dañar la fruta. En otras palabras, el producto “tiene una dualidad por el papel que juega como recubrimiento”, subrayó la experta.
“Hemos trabajado con crustáceos para llevar a cabo todo un proceso biológico de extracción de la quitina y luego del quitosano”. La idea es que la patente recubra correcta y homogéneamente la superficie de la fruta, según la doctora Shirai Matsumoto.